Por Albert Sales

Publicado originalmente en catalán en el Setmanari La Directa, número 301 (16 de enero de 2013). 

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El imperio Zara: ¿riqueza y empleo para quién?

En los últimos años, el empobrecimiento generalizado de la ciudadanía ha convivido con el crecimiento de las fortunas de las élites empresariales y financieras. Aunque son tiempos complicados para justificar las enormes desigualdades existentes ante una ciudadanía cada vez más ahogada por la situación económica, hay una serie de individuos que son ensalzados por los medios de desinformación de masas como ejemplo de personas “hechas a sí mismas “creadoras de actividad económica y, en consecuencia, de puestos de trabajo, y que merecen una especial beneració por parte de una ciudadanía necesitada de ídolos y liderazgos morales. Entre estos individuos destaca uno de los grandes triunfadores españoles: Amancio Ortega, fundador y principal accionista del Grupo Inditex, la empresa que hay detrás de las marcas Zara, Pull and Bear, Massimo Dutti, Bershka, Stradivarius, Oysho, Zara Home y Uterqüe .

301DIRECTA_001El señor Ortega goza de la tercera fortuna personal más importante del mundo según la revista Forbes. El logro de la tercera posición en este reputado podio durante el 2012 fue aprovechado por columnistas y tertulianos para repetir la larga letanía de elogios hacia el empresario gallego que ha enriquecido, según ellos, a base de duro trabajo, creando riqueza y empleo, sin verse salpicado por la ola de descrédito que afecta a los negocios financieros y la banca. Los medios de desinformación mayoritarios pero olvidan a las costureras gallegas que durante décadas han levantado las marcas del grupo Inditex trabajando muy duro a cambio de salarios más bien modestos. En la expansión de la compañía gallega, fundada en 1986, la contratación de la confección en fábricas repartidas por todo el mundo se ha convertido en la norma. Inditex es el principal cliente de las fábricas y talleres de países como Bangladesh, Camboya o Marruecos. Tras las numerosas acusaciones por situaciones de explotación laboral en sus fábricas proveedoras, la empresa ha desarrollado una estrategia de responsabilidad social empresarial que se utiliza como ejemplo en las escuelas de negocios que impulsan este concepto. Incluso, en el marco de la responsabilidad social, ha firmado un acuerdo marco internacional con la Federación Internacional de Trabajadores de la Industria del Textil, la Confección y el Cuero.

Sin embargo, en agosto de 2011, el Gobierno brasileño descubrió talleres clandestinos en Sao Paulo donde inmigrantes latinoamericanos confeccionaban ropa de Zara en condiciones de esclavitud. El caso se saldó con un acuerdo entre Inditex y Brasil por el que la empresa gallega destinaría 1,4 millones de euros a fines sociales en este país. En Argentina, la cooperativa La Alameda denunció casos muy similares a los de Brasil, documentando situaciones de esclavitud entre inmigrantes bolivianas que cosían ropa para Zara. En diciembre de 2011, la campaña Ropa Limpia publicaba un informe sobre las condiciones de vida de las obreras de la confección de Tánger en el que se documentaban las situaciones de explotación laboral que viven las trabajadoras que cosen ropa para el mercado internacional en las zonas industriales de la ciudad marroquí genes diferentes a las de las fábricas no sometidas a los controles y auditorías de Inditex.

Y las denuncias públicas hacia la compañía de Amancio Ortega no proceden sólo de sus fábricas proveedoras en el extranjero. Las personas que trabajan en sus tiendas sufren unas condiciones laborales que suelen situarse al límite de la legalidad. La internacionalización de las Empresas Transnacionales españolas también consiste en buscar nuevas clientelas. Las políticas de austeridad y la erosión de los derechos de las personas trabajadoras en España condenan a todas aquellas empresas que dependen de la demanda interna. De ahí la insistencia de las élites económicas y políticas en la necesidad de “internacionalizar” las empresas y de buscar nuevos mercados. A empresas como Inditex no les supone ningún problema la caída de la demanda interna española en un pozo sin fondo. Por ello el incremento de tiendas en España durante 2011 fue de 7 establecimientos mientras todo el mundo el grupo expandió su actividad de venta al público en 483 tiendas.

Amancio “el filántropo”

Para reforzar la idea de que el éxito de personas como Amancio Ortega en los negocios repercute positivamente en el resto de la sociedad, no faltan los proyectos filantrópicos para favorecer a personas y colectivos en situación de pobreza. En junio de 2012, el Grupo Inditex anunció que destinaría más de medio millón de euros a tres programas de desarrollo dirigidos a la mejora de la calidad de vida de tres comunidades vulnerables de Bangladesh.

foto: cotizalia.com

Seguro que los beneficios que las obreras y los obreros bengalíes han aportado a Inditex superan con creces esa cifra. Bangladesh presenta los salarios y los costes laborales industriales más bajos del planeta. En 2006, tras manifestaciones multitudinarias y fuertes enfrentamientos entre obreros y obreras y dispositivos policiales, el gobierno incrementó el salario mínimo mensual en el sector de la confección hasta llegar a los 1.662,50 Taka mensuales (aproximadamente 20 euros). Cuando los trabajadores salieron a la calle para protestar por lo que consideraban un incremento insuficiente, la represión fue mucho más intensa y se encarcelaron y asesinaron varios líderes de las organizaciones de personas trabajadoras. Hoy, una obrera puede llegar a ingresar 34 euros mensuales si tiene la suerte de que se le paguen las horas extra. Además, este país asiático acumula un largo historial de catástrofes laborales con frecuentes incendios y derrumbamientos de fábricas en que mueren decenas y hasta cientos de personas trabajadoras. En varios de los centros de trabajo afectados en los últimos años se ha documentado producción por las marcas de Amancio.

Un momento de dificultades como el que pasan muchas familias del Estado español es idóneo para demostrar el carácter filantrópico de las grandes personalidades empresariales. Amancio Ortega hizo su gesto mediático el pasado octubre de 2012 cuando dio públicamente 20 millones de euros a Cáritas para proyectos locales. Para las élites económicas así es como funciona la redistribución de la riqueza. Los grandes empresarios, que se benefician de una industria global donde la explotación de las obreras es la norma y que han sido generadores de precariedad laboral en sus países de origen, reparten algunos millones de manera arbitraria entre el precariado resultante de su globalización .

Nunca está de más mostrar estos gestos de caridad en una perspectiva relativa. El donativo del Grupo Inditex para proyectos en Bangladesh sólo constituía un 0,03% de los cerca de dos mil millones de euros de beneficios registrados por la empresa en el año 2011. En cuanto a los veinte millones de euros con que el Amancio Ortega obsequió a Cáritas, se trata de un 0,05% de su fortuna, que ronda los 38.000 millones de euros.

Responsabilidad social: vestidos de seda para monos sin escrúpulos

En los años 90, los primeros escándalos relacionados con las condiciones de trabajo en las cadenas de suministro globales de la industria de la moda se centraban en revelar la explotación de trabajadores y, sobre todo, trabajadoras menores de 16 años en países como China, la India o Pakistán. A raíz de aquellas primeras denuncias y de la alta sensibilidad mostrada por la opinión pública de los países ricos ante la presencia de menores en fábricas insalubres, las marcas internacionales han hecho grandes esfuerzos para evitar situaciones en que se pueda relacionar su imagen con el trabajo infantil.

sumangaliPero la explotación infantil no está erradicada en el sector. En Marruecos, las obreras entrevistadas en la última búsqueda de la Campaña Ropa Limpia española explicaban que durante el período de vacaciones escolares muchas niñas se incorporaban a las factorías como aprendices, realizando las mismas tareas que las trabajadoras adultas pero cobrando sólo un 40% del salario mínimo.

Las últimas denuncias globales por explotación infantil están relacionadas con los informes publicados por SOMO (Centro de Investigación sobre Empresas Transnacionales por sus siglas en Holandés) y el ICN (el Comité Indio de Países Bajos) durante el 2011 y el 2012 sobre la situación en las fábricas de Tamil Nadu, en la India. Los documentos “Captured by Cotton” y “Maid in India”, se denunciaba que cientos de miles de niñas estaban trabajando en esa región bajo un régimen llamado Sumangali que consiste en pagar a mujeres jóvenes una suma de dinero que se utilizará para una dote al final de un período de tres años. Supuestamente, las trabajadoras disponen de lo necesario para vivir y acumulan horas de trabajo para poder pagar una dote que garantice un buen casamiento. El resultado acaba siendo una situación que puede ser calificada de trabajo forzado. Las trabajadoras, extremadamente jóvenes, son sometidas a largas jornadas laborales, en centros de trabajo insalubres y por salarios irrisorios, incluso si comparándolos con el mínimo legal de la zona.

Empresas internacionales como Marks & Spencer, Diesel, Ralph Lauren, o Quicksilver, han intentando desmarcarse del asunto a pesar de aparecer en los informes. Inditex, por su parte, afirmó taxativamente que sus autorías le garantizaban que ninguno de sus proveedores mantenía el Sumangali. En la investigación del informe “Maid in India”, SOMO y el ICN identificaron producción para Pull and Bear (marca propiedad de Inditex) a Eastman Exports documentando que la fábrica contaba con trabajadoras de 14 y 15 años y que durante algunas épocas punta de trabajo se habían registrado turnos de más de 24 horas seguidas.

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